La suma sacerdotisa toma al sacerdote y le da el beso quíntuple y dice:
Benditos sean tus pies, que te han traído por estos
caminos
besando su pie derecho y después izquierdo
Benditas sean tus rodillas, que se postrarán ante el altar sagrado.
besando su rodilla derecha y después la izquierda
Bendito sea tu falo, sin el que no existiríamos
Besándole justo encima del vello púbico, (sin son esposos o pareja)
Benditos sean tus pechos, formados de fuerza
Besando su pecho derecho y luego el izquierdo.
Benditos sean tus labios, que pronunciarán los
nombres sagrados.
Se abrazan, tocándose todo el cuerpo hasta los pies, y se besan mutuamente en la boca
(sin son esposos, o pareja,)
La suma sacerdotisa da un paso atrás y se arrodilla. Invoca:
La profundidad recurre a las alturas, la Diosa al
Dios, A él, que es la llama que enciende su vida;
Para que ambos puedan coger las riendas de plata
Y cabalgar unidos la carroza de dos caballos.
Que el martillo golpee el yunque, Que el relámpago
alcance la tierra, Que la Lanza infunda un alma al
grial, Que alumbre la magia.
Ella toca con su dedo índice derecho la garganta de él, la cadera izquierda,
el pecho derecho, el pecho izquierdo, la cadera derecha, y de nuevo la
garganta (formando así el Pentagrama de Invocación del Fuego). A
continuación, ella extiende las manos hacia fuera, con las palmas hacia
delante. Mientras tanto continúa invocando:
En el nombre de ella yo te invoco, Padre Supremo
de todos nosotros. Lugh, Pan, Belin, Herne,
Cernunnos. ¡Acude en respuesta a mi llamada!
Desciende, te lo ruego, en tu sierva y sacerdotisa
La suma sacerdotisa se pone de pie y da un paso hacia atrás.
El sumo sacerdote hace el Pentagrama de Invocación del Fuego hacia ella con su cuchillo ritual.